Hay en la vida universitaria de ahora mismo un enigma que debemos desentrañar, si no queremos que se nos tenga a muchos por esquizofrénicos sin remedio. Podemos enunciarlo así: cómo es posible que, si tantos y tantos estamos profundamente disconformes con la mayor parte de las reformas universitarias de los últimos tiempos, tales reformas se impongan sin resistencia real ni oposición que se conozca.
Sí, mucha indignación en las cafeterías del campus, mucha pasión crítica por los pasillos, mucho comentario entusiasta de los contados escritos que acá o allá se publican con objeciones a bolonias, planes, vías de acceso a esto o lo otro o estatutos en borrador o en escabeche, pero, a la hora de la verdad, todo va pasando como si nada y no hay barrabasada legal ni cacicada reglamentaria que no llegue al BOE y en él se mantenga como si reinara sobre ellas el más puro y razonable consenso. Misterioso, no me digan que no.
Igual que misterioso y sorprendente en grado sumo resulta que eche pestes el profesorado, o su mayor parte, sobre la filosofía con que se reforman los planes de estudios, si bien estos se aprueban luego sin más altercado que la pelea por el crédito entre las disciplinas más retozonas y los catedráticos más soberbios (en el sentido del pecado capital, no en el otro); o que nos hagamos cruces sobre los sistemas de evaluación y su omnipresencia los mismos que luego nos apuntamos para ser evaluadores de agencias nacionales, agencias autonómicas, agencias municipales (todo se andará) y hasta agencias de transporte, si hace falta; o que tantos de los mismos que despotrican contra la tiranía de la nueva pedagogía tonta pasen luego por el aro y se inscriban en esos cursitos sobre cómo motivar al estudiante sin excitarlo en demasía o cómo manejar con eficacia la gama cromática que el PowerPoint permite en los subrayados; o que cuantos se quejan desesperadamente del desmesurado exceso de comisiones, juntas, consejos, observatorios y demás manifestaciones del espíritu de rebaño impuesto por las ovejas gobernantes no dejen de asistir a tales reuniones estériles, de las que no suele salir más acuerdo tangible que el de crear una comisión nueva o dar por bueno el concurso en el que triunfó algún pariente de autoridad académica o política, o alguna persona unida a ella por relaciones de afecto análogas a las matrimoniales, como se dice en el actual Derecho de familia.
¿Por qué tamaño desajuste entra palabras y actos, entre pensamiento y acción, en suma? ¿Por qué en las tertulias nos manifestamos como los más peligrosos opositores al mangoneo pijo que nos asfixia y en la práctica nos sometemos a él con ovina disposición? ¿Estamos mal de la cabeza? ¿Padecemos algún trastorno bipolar de la personalidad? ¿Somos cobardicas sin remisión? Veamos.
Mi tesis es que el “sistema” se ha vuelto maquiavélico y sibilino, ha aprendido de sus propios errores y ha sabido, al fin, sujetarnos por donde más nos duele: el euro. ¿Que quién o qué es el sistema de marras? Dejemos para otro día su descripción detallada y limitémonos por esta vez a sostener que se trata de lo que podríamos llamar el complejo político-burocrático-pedagógico. Lo componen politicastros de medio pelo y de corto plazo que sólo quieren estadísticas resultonas y que se conforman, y hasta se entusiasman, con la falacia (casi se me escapa un término parecido y que aquí vendría igual de a cuento) del fracaso escolar. Si todos aprueban, esto marcha. Si ningún estudiante fracasa, la enseñanza triunfa. Ni comentario merece una estupidez de tal calibre, que supone o que todos los estudiantes que en una titulación se inscriben son inteligentísimos y laboriosos por designio divino, o que toda la enseñanza es una porquería e igual da cómo resulte el estudiantado. Los políticos le tienen más fe a esta segunda opción y para consumarla se esfuerzan cada día.
Están también en el contubernio los burócratas, y cuando digo tales no me refiero al personal de administración y servicios (PAS), al que no seríamos justos si atribuyéramos entusiasmos oficinescos, pues si por algo se caracterizan es porque no gustan de hacer muchos papeles o de hacerlos pronto, razón por la que, siempre que pueden, los endilgan al personal docente e investigador. ¿O a cuento de qué se cree usted que le voy a gestionar yo los documentos y contabilidades de ese proyecto de investigación que es suyo de usted y que habrá pedido porque a usted le conviene, eh? Eso le dicen a uno, y qué va uno a replicar, si el gerente suele estar de acuerdo porque , al fin y al cabo, él es uno más, aunque mejor pagado.
No, no aludo al muy honesto y sacrificado PAS, sino a una notable parte del profesorado, a aquellos profesores cuya repugnancia de bibliotecas, laboratorios y hasta aulas es tal, que prefieren andar todo el día reunidos con sus colegas en comisiones sin (con) cuento o rellenando encuestas, memorias, informes, aplicaciones, currículos en variadísimo formato…, y que, sobre todo, disfrutan como obsesos dirigiendo algún vicerrectorado, área del rectorado, vicedecanato, subdirección de departamento, comisión de fiestas o lo que sea que les sirva para poder pedir papeles y más papeles a los colegas, a fin de impedir que estos investiguen o preparen decentemente sus clases, si era que tal se proponían, los muy taimados.
A estos burócratas por defecto (por defecto de seso y vocación, se entiende) se los reconoce enseguida: son los que están de acuerdo con toda reforma de la universidad que suponga más comisiones, más informes y más impresos. Igual que la rata se entusiasma si aumenta la dosis de queso, estos estimados compañeros babean ante nuevas disculpas para no hacer aquello por lo que cobran y para cobrar por lo que ningún docente e investigador decente debería hacer: de oficinista cutre y rutinario.
El tercer elemento del complejo son los pedagogos. Seamos justos, habrá de todo entre los pedagogos, como en todas partes. Aquí hablo nada más de ese grupo, temo que mayoritario, que ha descubierto la rueda en pleno siglo XX y que en sus comunicaciones congresuales y en sus cursos innovadores pontifica cosas tan, tan, tan profundas, que ya estaban casi todas en el refranero popular: que al que madruga Dios le ayuda, que en boca cerrada no entran moscas, que al que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija, que más vale estar solo que mal acompañado, que hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo. No me lo tome el paciente lector a broma. Invito a unos buenos vinos leoneses al que me demuestre que un día asistió a un cursito sobre nuevos métodos de enseñanza que no hubiera podido impartir su propia abuela a golpe de dichos y chascarrillos. Lo que pasa que estos citan a un par de conductistas rusos que oyeron cuando hacían la carrera, y parece otra cosa. Pero es lo mismo.
Politicastros, burócratas de baja estofa y pedagogos a la violeta se han juntado porque era natural, al fin y al cabo, que se unieran en sociedad de beneficios mutuos o en simbiosis parangonable a aquella de mutualismo que se da entre el búfalo cafre y el picabueyes, que es el pajarillo que le come las garrapatas. El pedagogo disfraza de labor docente y de didáctico empeño los papeles bobalicones del burócrata profesoral ocioso, y éste urde la trama para que el político pueda presumir de que todo el que se matricula tiene título y de que todo título es garantía de competencias, habilidades y destrezas mínimamente serias y oportunas. El golpe. Lo más notable desde aquel famoso asalto al tren de Glasgow.
Mas vayamos al fin con nuestra pregunta de fondo, la de por qué ninguno se planta, si somos tantos los que les vemos las vergüenzas al descarado montaje. Decíamos que porque el sistema ha sido listo, y, ahora que ya sabemos quién mueve los hilos del tal sistema, veamos cómo ha montado el enredo.
El secreto está en la pícara y muy cazurra combinación de estos dos elementos: por un lado, la sustitución de la sanción por la síntesis de indiferencia y chantaje, y, por otro, el sutil manejo del divide y vencerás. Vamos con ellos.
La gran ventaja que las últimas reformas ofrecen a los disconformes es que les permiten hacer mutis sin que se note y de modo que parezca que hasta se van contentos. Si se tratara de sancionar al que no se atenga a las nuevas normas y no cumpla con la letra y el espíritu de las innovaciones, seguramente más de cuatro se alborotarían y hasta podrían organizarse para protestar y defenderse. Pero no, no hay por qué, podemos seguir llevándonos bien. Todos somos de la Familia.
A unos pocos que por edad y dignidad podrían decir mucho y muy alto contra los abusos de los nuevos mandarines indocumentados y zánganos (amén de jóvenes y no muy pudorosos) se les pone puente de plata en forma de jubilaciones sin perder un céntimo. El mensaje es diáfano: si usted se queda en lo que ya no le gusta, va a sufrir bastante y a lo mejor hasta tenemos algún desagradable incidente; así que váyase con Dios y con su sueldo a echar pan a los patos del parque. Muchos, algunos muy buenos, se han marchado ya; otros están recogiendo el despacho y con la cuenta atrás. Se había dicho que el objetivo de tales políticas de prejubilación era el recambio y rejuvecimiento de las plantillas, pero se están amortizando las plazas de los que se marchan o cubriéndolas con contratitos provisionales. Ya no se dice mentir como bellaco; ahora es así: eres más falso que rector en celo electoral.
¿Y para los objetores que se quedan? Pues que objeten si se lo pueden permitir, no pasa nada. ¿Qué no quiere usted enseñar ni evaluar con arreglo a los sistemas boloñeses? Tranquilo, haga lo que quiera, nadie se meterá con usted. Mismamente en mi universidad hay titulaciones que ya aplican los patrones de Bolonia sobre el papel, pero en las que la mitad del profesorado ha optado por no darse por enterado y seguir como antes. Ni lo apoyo ni lo critico, simplemente constato que no les ocurre nada, y así se evita que se enfaden y armen lío. Cada vez serán menos, pues irán cayendo jubilaciones. Y todo el que aún necesite acreditarse para algo o que lo evalúen por lo que sea (y más que nos van a evaluar cuando nos pongamos horizontales con arreglo al Estatuto del PDI), ya tragará con lo que tenga que tragar. Porque sin puntos por tal mamarrachada o cual estupidez no habrá veredicto positivo. Así que al viejo lo toleramos, a cambio de impunidad para sus manías, y al joven lo vamos formando en las variadas artes de la sumisión y la disciplina. Se consigue, en suma, que, guiado cada cual por su interés, todos hagan lo que al “sistema” le interesa: no protestar los que ya van de vuelta y prestarse a las diversas sevicias los que todavía están en edad de merecer.
La segunda estrategia era la del divide y vencerás, decíamos. Significa que antes de ponernos muy críticos y hablar en consecuencia, empezamos a mirar alrededor y hasta a contemplarnos el propio ombligo. Por ejemplo, un día estás echando pestes contra los muy especiosos sistemas de evaluación de profesorado para todo tipo de acreditaciones y, de pronto… caes en la cuenta de que tú mismo eres informador (¿o se dice informante? ¿Se acuerdan de La vida de los otros?) de la ANECA y variado evaluador de media docena de anequillas autonómicas. Corcho, y que te pagan en cada uno de esos lugares. Bueno, el sistema es malo, pero algunos nos esmeramos para reconducirlo a patrones razonables y tal. Lo sé por mi propia experiencia. Te vas callando cada día un poquito más, porque lo valiente no quita lo cortés.
Y qué decir si tú mismo has sido positivamente evaluado para tal o cual. Claro, si te han pintado bastos te desquitas con la cantinela de que es todo corrupción, pero si te ha ido bien, a ver cómo…, esto, sé que hay un tanto por ciento de casos en que el sistema no funciona, pero por lo general hay que reconocer… Se empieza por la puntita y luego pasa lo que pasa.
La combinación de evaluadores y evaluados y de triunfadores y frustrados da tantas situaciones distintas (la más hermosa es la de frustrado que evalúa), que es imposible llegar a acuerdos, ni siquiera a acuerdos mínimos para protestar juntos un poco.
Y todo eso por no hablar de que el profesorado universitario en general, y muy en particular el cuerpo de catedráticos, por cien euros mata. Como la Esteban, pero en académico. Así que el “sistema” nos echa monedas como en el gallinero se tira maíz. Pitas, pitas, pitas.
Se tiene lo que se merece. Y punto.
Sí, mucha indignación en las cafeterías del campus, mucha pasión crítica por los pasillos, mucho comentario entusiasta de los contados escritos que acá o allá se publican con objeciones a bolonias, planes, vías de acceso a esto o lo otro o estatutos en borrador o en escabeche, pero, a la hora de la verdad, todo va pasando como si nada y no hay barrabasada legal ni cacicada reglamentaria que no llegue al BOE y en él se mantenga como si reinara sobre ellas el más puro y razonable consenso. Misterioso, no me digan que no.
Igual que misterioso y sorprendente en grado sumo resulta que eche pestes el profesorado, o su mayor parte, sobre la filosofía con que se reforman los planes de estudios, si bien estos se aprueban luego sin más altercado que la pelea por el crédito entre las disciplinas más retozonas y los catedráticos más soberbios (en el sentido del pecado capital, no en el otro); o que nos hagamos cruces sobre los sistemas de evaluación y su omnipresencia los mismos que luego nos apuntamos para ser evaluadores de agencias nacionales, agencias autonómicas, agencias municipales (todo se andará) y hasta agencias de transporte, si hace falta; o que tantos de los mismos que despotrican contra la tiranía de la nueva pedagogía tonta pasen luego por el aro y se inscriban en esos cursitos sobre cómo motivar al estudiante sin excitarlo en demasía o cómo manejar con eficacia la gama cromática que el PowerPoint permite en los subrayados; o que cuantos se quejan desesperadamente del desmesurado exceso de comisiones, juntas, consejos, observatorios y demás manifestaciones del espíritu de rebaño impuesto por las ovejas gobernantes no dejen de asistir a tales reuniones estériles, de las que no suele salir más acuerdo tangible que el de crear una comisión nueva o dar por bueno el concurso en el que triunfó algún pariente de autoridad académica o política, o alguna persona unida a ella por relaciones de afecto análogas a las matrimoniales, como se dice en el actual Derecho de familia.
¿Por qué tamaño desajuste entra palabras y actos, entre pensamiento y acción, en suma? ¿Por qué en las tertulias nos manifestamos como los más peligrosos opositores al mangoneo pijo que nos asfixia y en la práctica nos sometemos a él con ovina disposición? ¿Estamos mal de la cabeza? ¿Padecemos algún trastorno bipolar de la personalidad? ¿Somos cobardicas sin remisión? Veamos.
Mi tesis es que el “sistema” se ha vuelto maquiavélico y sibilino, ha aprendido de sus propios errores y ha sabido, al fin, sujetarnos por donde más nos duele: el euro. ¿Que quién o qué es el sistema de marras? Dejemos para otro día su descripción detallada y limitémonos por esta vez a sostener que se trata de lo que podríamos llamar el complejo político-burocrático-pedagógico. Lo componen politicastros de medio pelo y de corto plazo que sólo quieren estadísticas resultonas y que se conforman, y hasta se entusiasman, con la falacia (casi se me escapa un término parecido y que aquí vendría igual de a cuento) del fracaso escolar. Si todos aprueban, esto marcha. Si ningún estudiante fracasa, la enseñanza triunfa. Ni comentario merece una estupidez de tal calibre, que supone o que todos los estudiantes que en una titulación se inscriben son inteligentísimos y laboriosos por designio divino, o que toda la enseñanza es una porquería e igual da cómo resulte el estudiantado. Los políticos le tienen más fe a esta segunda opción y para consumarla se esfuerzan cada día.
Están también en el contubernio los burócratas, y cuando digo tales no me refiero al personal de administración y servicios (PAS), al que no seríamos justos si atribuyéramos entusiasmos oficinescos, pues si por algo se caracterizan es porque no gustan de hacer muchos papeles o de hacerlos pronto, razón por la que, siempre que pueden, los endilgan al personal docente e investigador. ¿O a cuento de qué se cree usted que le voy a gestionar yo los documentos y contabilidades de ese proyecto de investigación que es suyo de usted y que habrá pedido porque a usted le conviene, eh? Eso le dicen a uno, y qué va uno a replicar, si el gerente suele estar de acuerdo porque , al fin y al cabo, él es uno más, aunque mejor pagado.
No, no aludo al muy honesto y sacrificado PAS, sino a una notable parte del profesorado, a aquellos profesores cuya repugnancia de bibliotecas, laboratorios y hasta aulas es tal, que prefieren andar todo el día reunidos con sus colegas en comisiones sin (con) cuento o rellenando encuestas, memorias, informes, aplicaciones, currículos en variadísimo formato…, y que, sobre todo, disfrutan como obsesos dirigiendo algún vicerrectorado, área del rectorado, vicedecanato, subdirección de departamento, comisión de fiestas o lo que sea que les sirva para poder pedir papeles y más papeles a los colegas, a fin de impedir que estos investiguen o preparen decentemente sus clases, si era que tal se proponían, los muy taimados.
A estos burócratas por defecto (por defecto de seso y vocación, se entiende) se los reconoce enseguida: son los que están de acuerdo con toda reforma de la universidad que suponga más comisiones, más informes y más impresos. Igual que la rata se entusiasma si aumenta la dosis de queso, estos estimados compañeros babean ante nuevas disculpas para no hacer aquello por lo que cobran y para cobrar por lo que ningún docente e investigador decente debería hacer: de oficinista cutre y rutinario.
El tercer elemento del complejo son los pedagogos. Seamos justos, habrá de todo entre los pedagogos, como en todas partes. Aquí hablo nada más de ese grupo, temo que mayoritario, que ha descubierto la rueda en pleno siglo XX y que en sus comunicaciones congresuales y en sus cursos innovadores pontifica cosas tan, tan, tan profundas, que ya estaban casi todas en el refranero popular: que al que madruga Dios le ayuda, que en boca cerrada no entran moscas, que al que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija, que más vale estar solo que mal acompañado, que hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo. No me lo tome el paciente lector a broma. Invito a unos buenos vinos leoneses al que me demuestre que un día asistió a un cursito sobre nuevos métodos de enseñanza que no hubiera podido impartir su propia abuela a golpe de dichos y chascarrillos. Lo que pasa que estos citan a un par de conductistas rusos que oyeron cuando hacían la carrera, y parece otra cosa. Pero es lo mismo.
Politicastros, burócratas de baja estofa y pedagogos a la violeta se han juntado porque era natural, al fin y al cabo, que se unieran en sociedad de beneficios mutuos o en simbiosis parangonable a aquella de mutualismo que se da entre el búfalo cafre y el picabueyes, que es el pajarillo que le come las garrapatas. El pedagogo disfraza de labor docente y de didáctico empeño los papeles bobalicones del burócrata profesoral ocioso, y éste urde la trama para que el político pueda presumir de que todo el que se matricula tiene título y de que todo título es garantía de competencias, habilidades y destrezas mínimamente serias y oportunas. El golpe. Lo más notable desde aquel famoso asalto al tren de Glasgow.
Mas vayamos al fin con nuestra pregunta de fondo, la de por qué ninguno se planta, si somos tantos los que les vemos las vergüenzas al descarado montaje. Decíamos que porque el sistema ha sido listo, y, ahora que ya sabemos quién mueve los hilos del tal sistema, veamos cómo ha montado el enredo.
El secreto está en la pícara y muy cazurra combinación de estos dos elementos: por un lado, la sustitución de la sanción por la síntesis de indiferencia y chantaje, y, por otro, el sutil manejo del divide y vencerás. Vamos con ellos.
La gran ventaja que las últimas reformas ofrecen a los disconformes es que les permiten hacer mutis sin que se note y de modo que parezca que hasta se van contentos. Si se tratara de sancionar al que no se atenga a las nuevas normas y no cumpla con la letra y el espíritu de las innovaciones, seguramente más de cuatro se alborotarían y hasta podrían organizarse para protestar y defenderse. Pero no, no hay por qué, podemos seguir llevándonos bien. Todos somos de la Familia.
A unos pocos que por edad y dignidad podrían decir mucho y muy alto contra los abusos de los nuevos mandarines indocumentados y zánganos (amén de jóvenes y no muy pudorosos) se les pone puente de plata en forma de jubilaciones sin perder un céntimo. El mensaje es diáfano: si usted se queda en lo que ya no le gusta, va a sufrir bastante y a lo mejor hasta tenemos algún desagradable incidente; así que váyase con Dios y con su sueldo a echar pan a los patos del parque. Muchos, algunos muy buenos, se han marchado ya; otros están recogiendo el despacho y con la cuenta atrás. Se había dicho que el objetivo de tales políticas de prejubilación era el recambio y rejuvecimiento de las plantillas, pero se están amortizando las plazas de los que se marchan o cubriéndolas con contratitos provisionales. Ya no se dice mentir como bellaco; ahora es así: eres más falso que rector en celo electoral.
¿Y para los objetores que se quedan? Pues que objeten si se lo pueden permitir, no pasa nada. ¿Qué no quiere usted enseñar ni evaluar con arreglo a los sistemas boloñeses? Tranquilo, haga lo que quiera, nadie se meterá con usted. Mismamente en mi universidad hay titulaciones que ya aplican los patrones de Bolonia sobre el papel, pero en las que la mitad del profesorado ha optado por no darse por enterado y seguir como antes. Ni lo apoyo ni lo critico, simplemente constato que no les ocurre nada, y así se evita que se enfaden y armen lío. Cada vez serán menos, pues irán cayendo jubilaciones. Y todo el que aún necesite acreditarse para algo o que lo evalúen por lo que sea (y más que nos van a evaluar cuando nos pongamos horizontales con arreglo al Estatuto del PDI), ya tragará con lo que tenga que tragar. Porque sin puntos por tal mamarrachada o cual estupidez no habrá veredicto positivo. Así que al viejo lo toleramos, a cambio de impunidad para sus manías, y al joven lo vamos formando en las variadas artes de la sumisión y la disciplina. Se consigue, en suma, que, guiado cada cual por su interés, todos hagan lo que al “sistema” le interesa: no protestar los que ya van de vuelta y prestarse a las diversas sevicias los que todavía están en edad de merecer.
La segunda estrategia era la del divide y vencerás, decíamos. Significa que antes de ponernos muy críticos y hablar en consecuencia, empezamos a mirar alrededor y hasta a contemplarnos el propio ombligo. Por ejemplo, un día estás echando pestes contra los muy especiosos sistemas de evaluación de profesorado para todo tipo de acreditaciones y, de pronto… caes en la cuenta de que tú mismo eres informador (¿o se dice informante? ¿Se acuerdan de La vida de los otros?) de la ANECA y variado evaluador de media docena de anequillas autonómicas. Corcho, y que te pagan en cada uno de esos lugares. Bueno, el sistema es malo, pero algunos nos esmeramos para reconducirlo a patrones razonables y tal. Lo sé por mi propia experiencia. Te vas callando cada día un poquito más, porque lo valiente no quita lo cortés.
Y qué decir si tú mismo has sido positivamente evaluado para tal o cual. Claro, si te han pintado bastos te desquitas con la cantinela de que es todo corrupción, pero si te ha ido bien, a ver cómo…, esto, sé que hay un tanto por ciento de casos en que el sistema no funciona, pero por lo general hay que reconocer… Se empieza por la puntita y luego pasa lo que pasa.
La combinación de evaluadores y evaluados y de triunfadores y frustrados da tantas situaciones distintas (la más hermosa es la de frustrado que evalúa), que es imposible llegar a acuerdos, ni siquiera a acuerdos mínimos para protestar juntos un poco.
Y todo eso por no hablar de que el profesorado universitario en general, y muy en particular el cuerpo de catedráticos, por cien euros mata. Como la Esteban, pero en académico. Así que el “sistema” nos echa monedas como en el gallinero se tira maíz. Pitas, pitas, pitas.
Se tiene lo que se merece. Y punto.
Muy bueno, de verdad.
ResponderEliminar¡Y que poca esperanza para que nos pongamos en marcha para cambiarlo!
No se puede explicar de mejor manera lo que está ocurriendo. Y lo más grave es el núcleo de la entrada: que no se puede hacer nada para remediarlo.
ResponderEliminarQuerido JA: Coincidimos en el diagnostico. Y hay una parte muy importante a reseñar: la complicidad de los rectores universitarios. Si hubiera rectores 'comme il faut', no consentirian lo que esta pasado. Pero el sistema garantiza que, en la mayor parte de las veces, los rectores sean de aquellos a los que le va la marcha burocratica. Son, al fin y al cabo, politicos mucho mas que academicos.
ResponderEliminarAnimo. Un abrazo, Adolfo (Azcarraga)
Me ha alegrado leer tan excelente aportación al foro de opinión “FANECA”, valoración que, en buena parte, se debe a que estoy muy de acuerdo con su práctica totalidad. Diré a continuación en qué aspectos disiento, ya que echo en falta algunas alternativas para explicar lo que está sucediendo a nuestro alrededor universitario.
ResponderEliminarEn primer lugar, creo que la Universidad española, y la nuestra en particular, tiene lugares para que las ideas sean también expuestas públicamente, donde, en su caso, puedan ser debatidas –aunque ésa es otra, la del debate-, lo que sucede, en mi opinión, es que se ha permitido que se desvirtúe el sistema. Entre esos lugares se encuentra, sin duda alguna, el Claustro Universitario, “Máximo órgano de representación universitaria”, dice nuestro Estatuto. Sin embargo, tan importante órgano sólo se reúne una vez al año, y los electores desconocen para qué, cuándo lo hace y qué se ha dicho en él; qué intervenciones han tenido los representantes de la Comunidad Universitaria. Pero eso sí, los electores volverán a ser convocados puntualmente cada cuatro años y volverán a circular listas de los próximos a los grupos de poder que serán los que, mayoritariamente, ocuparán los asientos del Claustro. Con todo, el Claustro es el lugar al que hay que intentar llevar los asuntos universitarios, como sin duda es lo que corresponde al Espacio Europeo de Educación Superior.
Cada rector tiene un lugar en la Conferencia de Rectores de la Universidad Española (CRUE). No consta que la CRUE se haya manifestado sobre lo que preocupa a una gran mayoría de los universitarios; de hecho, al menos, en nuestro Claustro anual, tampoco consta que se informe de lo que se habla en la CRUE y como consecuencia, los miembros de la Comunidad Universitaria Española y la propia Sociedad se asombran –e inquietan, también- de que quienes servimos a la Universidad, y supuestamente, sabemos de la importancia de la educación para el futuro del Estado, seamos indiferentes a la suerte que espera a esa Sociedad y a ese Estado. Y es que los profesores de Enseñanza Secundaria -incluso en FANECA lo han hecho- están advirtiéndonos de que estamos siguiendo los mismos pasos que han conducido al deterioro de ese esencial nivel de la educación de un Estado.
En cuanto a las hipótesis para explicar la presunta pasividad de la Comunidad Universitaria, además de las causas tan acertadamente descritas por el Profesor García Amado, se ha olvidado la que yo creo fundamental, y es la misma que se escucha en el corto de “La vida de los otros”, al que se nos remite en el escrito, es decir, el miedo. Ese miedo, tan certeramente diagnosticado por el anterior rector de la Universidad de León (ULE) en el titular: “Existe miedo en la Universidad y temor a dar pasos definitivos”, (La Crónica de León, p.12, del sábado 23 de enero de 1999). Que hay miedo a decir lo que se piensa, creo que lo indica claramente la abundancia de anónimos firmantes de los comentarios a "FANECA".
Para finalizar, e intento dar también alguna respuesta a D. Pablo Luis Núñez Lozano, que ha tenido la amabilidad –y valentía- de escribir un comentario no anónimo, creo que lo que se debe hacer es luchar, porque como decía Sandro Pertini: “En la vida, hay momentos en los que se debe luchar, no sólo sin miedo, sino también sin esperanza”. Haciéndolo se pasa mal, muy mal; tanto, que ni siquiera consuela decir aquello de “Al menos duermo bien”.
No pierdo la esperanza de que las cosas cambien; cambiarán, sin duda, pero hace falta seguir luchando, cada uno desde donde pueda hacerlo.
Saludos y enhorabuena.
que bueno!
ResponderEliminarLa colaboración hace un análisis descarnado de los motivos de las "tragaderas", pero creo que hay otra razón más: la del propio carácter de algunos (de bastantes)profesores universitarios, especialmente los de categorías superiores, de creerse Sócrates, Leonardos y Aristóteles al mismo tiempo. La vanidad junto con la soberbia les impide articular una lucha eficaz. Eso de que nos den la enhorabuena, y cosas así nos pierde, y así vamos. Como se ha dicho aquí: hay que luchar, y los halagos y las vanidades vamos a dejarlas para los actores de cine y de teatro, que para eso se han convertido en cómicos.El individualismo mal entendido también nos pasa factura, y por eso lo de las "tragaderas".
ResponderEliminarUn saludo cordial
Prueba:
ResponderEliminarLa Universidad será Investigadora, o no será
Joan Guinovart, El País, Mayo 2000
Parece que por fin puedo escribir comentarios en FANECA.
ResponderEliminarMatizo a mi amigo Adolfo Azcárraga. Es casi imposible que un Rector (comme il faut) consiga ganar unas elecciones. Veamoslo con un ejemplo:
Hasta que lo hicieron desaparecer de la web de la Universidad de Sevilla, se podía hacer un calculo sencillo, aunque aproximado. Consistía en multiplicar por cinco el número de quinquenios que se pagaban, y que se los dan a todo el mundo, y luego dividir por seis. ¿Cual era la proporción entre ese número y el número de sexenios que realmente se pagaba?. Del orden de tres. Repito es un número aproximado.
¿Porqué las universidades no publican en su página web el número de sexenios que pagan?. Más aún ¿porqué no se hace público el número de sexenios que tiene cada profesor?.
Un Rector "comme il faut" que hiciera algo parecido, es decir creer que la universidad será investigadora, o no será, duraría muy poco tiempo, y eso en el caso de que la mayoría de los universitarios lo hubieran elegido, ya que esta mayoría está compuesta por aquellos que no tienen sexenios y que el nuevo Borrador de Estatuto del PDI les garantiza la promoción con cero sexenios.
Admiro sinceramente vuestro ímpetu luchador, pero a mí ya no me quedan ganas. Eso sí, me he declarado objetor de conciencia: no participo en ninguna junta o comisión universitaria, menos aún en los comites de sexenios, evaluación de proyectos y demás festivales. Por supuesto, he dimitido de todo cargo académico.Y, sobre todo, no participo de su comunidad de diálogo, no discuto y procuro aislarme. Esto último suele desconcertar bastante al enemigo, aunque obviamente no sirve para nada.
ResponderEliminarPor lo demás, el diagnóstico de Juan Antonio es perfecto.
Perfecto este ejemplo.
ResponderEliminar"...de creerse Sócrates, Leonardos y Aristóteles al mismo tiempo..."
ResponderEliminarAy, esa sí que era una delantera rompedora...
Creo que en el discurso hay un elemento explicativo no tenido en cuenta o no resaltado suficientemente: en la Universidad española actual, tanto por parte del profesorado, como por parte del PAS, como, por supuesto, por parte de nuestros gobernantes, son abrumadora mayoría los que están de acuerdo con la situación actual.
ResponderEliminarLa culpa es de Zapatero.
ResponderEliminarEntonces, ¿cómo que los profesores no nos hemos levantado ya contra las encuestas de los alumnos?
ResponderEliminarNuestro trabajo no es igual que el de profesionales de la hostelería, sector en el que rige "el cliente siempre tiene la razón", y nos dejan un cuestionario en la mesilla de noche.
Debemos de reivindicar nuestra independencia para poder hacer la valoración más objetiva y justa que nos sea posible, pues nuestro trabajo es un servicio público no regido por la satisfacción al cliente ante todo.
En fin, esta profesión se ha converido en ...bueno cada uno que rellene el espacio con lo que le parezca
Un poco intolerante, ¿no?.
ResponderEliminarEn todas partes hay de todo (lo reconoces en tu análisis del trabajo de los pedagogos), menos en los que ocupan cargos académicos, que según tú son:
"aquellos profesores cuya repugnancia de bibliotecas, laboratorios y hasta aulas es tal, que prefieren andar todo el día reunidos con sus colegas en comisiones sin (con) cuento o rellenando encuestas, memorias, informes, aplicaciones, currículos en variadísimo formato…, y que, sobre todo, disfrutan como obsesos dirigiendo algún vicerrectorado, área del rectorado, vicedecanato, subdirección de departamento, comisión de fiestas o lo que sea que les sirva para poder pedir papeles y más papeles a los colegas, a fin de impedir que estos investiguen o preparen decentemente sus clases, si era que tal se proponían, los muy taimados".
Alguna vez deberías implicarte en la gestión y luchar por mejorar las cosas, si tan poco te gusta cómo están, pero claro, es más cómodo recluirte en tu despacho a investigar que es lo que cuenta, dejar que de las bur(r)ocracias se ocupen otros, y así poder despotricar a gusto desde tu tribuna.
Y sí, igual también deberías pasarte por alguno de esos seminarios de actualización docente que desprecias en tu artículo, igual te llevarías la sorpresa de saber que hay técnicas efectivas de docencia más allá de la lección magistral.
¿porqúe los firmantes del manifisto no dimites de las infames comisiones clandestinas para las que han sido promovidos por algún padrno?¿Porqué se treven a evaluar escritos que no han leído?
ResponderEliminarEs curioso constatar cómo algunos de los más ilustres firmantes del manifiesto son elementos constitutivos de la trama dominante de la decadente universidad española. Es evidente que ya se ha consumado la escisión completa entre el proceso de la docencia y la investigación sria, rigurosa, crítica y un ocuro proceso "curricular" al cual dedican sus energías legiones de mediocres e infames triunfadores". El escrito de GA. tiene trampa. La trampa de que no dice TODA la verdad. HABLEMOS DE LOS PODERES. DE su facticidad. Hay que preocuparse de la existencia de hombres y mujres que sufren en una institución que les ha excluído desd el principio por no formr parte de la trama del dominio. UNa parte muy sustancial de esta trama está en la gloriosa lista de firmantes. Vamos a quitarnos ya las máscras birguesas de los anfiteatros académicos y de los partidos/mafias protectores- Vamos a desnudarsno de l amno de Passolini. No creo que estéis por la labor. Durante largos años os he visto con vuestros nombres y apellidos formar parte de comisiones fantasmas, tribunale, etc.. y percibir estipendios por ello..Agunos incluso han estado en el ande´n de Auschwvitz en los comandos de selección.. UN consejo: Publicad vuestra carrera académica.. ..y vuestro cielo protector..Tal vez podamos ir a un espacio sin mandarires. Pero, yo no lo veré..
ResponderEliminarEs curioso constatar cómo algunos de los más ilustres firmantes del manifiesto contra el Proyecto de Estatuto PDI, son elementos constitutivos de la trama dominante de la decadente universidad española. Es evidente que ya se ha consumado la escisión completa entre el proceso de la docencia y la investigación seria, rigurosa, crítica y un oscuro proceso "curricular" al cual dedican sus energías legiones de mediocres e infames "triunfadores". El escrito de GA. tiene trampa. La trampa de que no dice TODA la verdad. HABLEMOS DE LOS PODERES. Estos poderes "hacían catedráticos", y lo siguen haciendo, a elementos serviles, especialistas en los circuitos curriculares. Hablemos de los poderes y de su facticidad. Hay que preocuparse de la existencia de hombres y mujeres que sufren en una institución que les ha excluído desde el principio por no formr parte de la trama del dominio. Hay que visitar el territorio de la exclusión para observar cómo trabajan muchos invisibles. Una parte muy sustancial de esta trama de dominio está en la gloriosa lista de firmantes. Vamos a quitarnos ya las máscaras burguesas de los anfiteatros académicos y de los partidos/mafias protectores- Vamos a desnudarnos de la mano de Passolini. No creo que estéis por la labor. Desnudez y academia son incompatibles.Durante largos años os he visto con vuestros nombres y apellidos formar parte de comisiones fantasmas, tribunales, etc.. y percibir estipendios por ello..Era toda esa rutina mafiosa del do ut des. Algunos incluso habéis estado en el andén de Auschwitz en los comandos de selección, enviando al exterminio a gente que ni siquiera os era conocida.. UN consejo: Publicad vuestra carrera académica.. ..y vuestro cielo protector..Tal vez podamos ir a un espacio sin mandarires. Habría que romper la estructura de esta sociedad repulsiva. Yo no lo veré..
ResponderEliminarQuerido último anónimo:
ResponderEliminarBueno: y después de comparar a (algunos de) los firmantes (no sabemos a cuáles) con nazis que envían a los judíos a Auschwitz... ¿tienes algo que decir sobre el contenido del Manifiesto?
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Una cosa curiosa:
Cuando teníamos 1600 firmas, la composición era la siguiente:
- 37'4 % de Profesores Titulares (598).
- 36'6 % de Catedráticos de Universidad (586).
- 6'2 % de "Investigadores" (Investigadores Titulares, Investigadores Ramón y Cajal, Juan de la Cierva, otros investigadores postdoc...).
- 4'9 % de Profesores Contratados Doctores y Agregados.
- 4'6 % de Ayudantes, PIF, Becarios, Lectores, Asociados, en general PDI no estable (74).
- 2,7 % de Profesores Universitarios, sin más apellidos (43).
- 1'4 % de Catedráticos y Titulares de EU (23).
Como ves, no se trata de un movimiento de Malvados Catedráticos Corruptos (MCC). Los MCC son sólo una fracción de nuestros firmantes :-) (están hábilmente camuflados entre el resto de los catedráticos). Además de MCC y catedráticos "de relleno" (para disimular a los MCC) hay DOS TERCIOS de otros profesores Universitarios. De hecho, LA MAYORÍA (un 42'3%) son Titulares y PCD/Agregats ("titulares laborales").
Los firmantes son profesores universitarios de todas clases. De todas las Universidades. De todas las carreras. De todas las orientaciones políticas. Hay incluso personas que han tenido cargos en la política universitaria y de investigación con PSOE y PP, en la administración central y en la autonómica. Repasando la lista te encontrarás con algunos de los más representativos investigadores académicos españoles. Échale un ojo a sus curricula (que, contra lo que dices, en muchísimos casos son públicos, siguiendo la política de cada universidad) y lo comprobarás.
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Por cierto: si no yerro, parece que en tu comentario hay cierta confusión. La "ingeniería curricular" es precisamente lo que fomenta el Borrador de Estatuto. Para este borrador, la investigación y la docencia valen SÓLO LA MITAD de la puntuación para progresar en la carrera académica. La otra mitad son... varietés curriculares. Acláranos esa duda, por favor:
- ¿estás a favor o en contra de la ingeniería curricular que promueve el Borrador de Estatuto?
- ¿A favor o en contra de que Docencia e Investigación valgan sólo un 50% de la valoración necesaria para ser catedrático?
- ¿A favor o en contra de que se pueda ser catedrático sin un solo punto de investigación?
- ¿A favor o en contra de que órganos no especializados en la materia puedan decidir sobre cuáles son los criterios de mérito o capacidad?
- ¿A favor o en contra de que la "captación de talento internacional" deba ser sometida a juicio de órganos no especializados?
¡Vete a saber si hasta ESTÁS DE ACUERDO CON NOSOTROS! Imagínate, qué faena...
Abrazos,
JD
el manifiesto, enésimo manifiesto, está cosntruido sobre LO QUE HAY. No lo cuestiona de la única forma critica. Hay qie cuestionan los supuestos de base de acceso a la docencia y a la investigaciós. Es cierto que hay excelentes investigadores.Son ingenuos. Siempre los hubo cabalgando junto a los caballos del terror. El manifiesto es parcial; ciego. Un pequeño desafio a bastantes de los hipócritas firmantes: que firmen un documento en el que nos digan de qué comisiones formarosn parte en virtud del "DEDO" y que digan cómo evaluaron a colegas a los que no conocían y cuyos trabajos no leyeron.. ¿Cómo puedo firmar un manifiesto sin que esto se clarifique?. Esta es la oscuridad del franquismo que destruyó la universidad para siempre; o, tal vez, la de legitimación divina que inspiraba la crueldad de tantos verdugos. Que lo digan a la luz:Sí yo he incluido y excluido a colegas sin que mediase interlocución científica. CON ESTA GENTUZA; NO. LO siento DOPICO. LA VIDA ES Más, basdtante más, QUE SIMPLE EXISTENCIA.
ResponderEliminarMi más sincera y cordial enhorabuena por el artículo. Es un comentario serio(no hay más que ver el sentido del humor que en él campea) sobre parte de los males endémicos de nuestra malhadada y a peasr de todo querida Universidad.
ResponderEliminarOtra vez mis felicitaciones. Ah! No perder de vista a los psicólogos que les estan comiendo parte del pastel a los pedagogos....y son más peligrosos
Estimado Anónimo:
ResponderEliminarChico, será que en su limitado alcance intelectual uno ve las cosas más sencillas.
- Uno firma un manifiesto si está de acuerdo con él.
- No lo firma si no lo está.
Insisto: seguramente por mi cortedad de miras, a mí todo lo demás me parecen excusas de mal pagador.
Seguramente es esa cortedad de miras mía la que me lleva a no entender qué credibilidad cabe dar a ardorosas proclamas a favor de la transparencia y contra la ocultación, aderezadas con gruesas palabras como "nazi" y "gentuza"... que vienen de alguien que no firma debajo de lo que dice, sino que prefiere ampararse en el anonimato.
Estimado amigo Dopico: ya estoy mayor. A estas alturas, ya no estoy emn condiciones para que me señalen y me estigmaticen. Ya lo hicieron bastante. No sabes hasta qué punto. Te sorprenderás y comprederás cuando descubras quien está detrás del anónimo. NO, no son palabras gruesas. He visto a gente en la calle por discrepar: He visto a un profe de los firmantes exigir sumisión..o exclusión. Y hay amigos estudiosos muy queridos que están muertos. Tú no debe haber experimentado lo que es estar en la Lista negra durante años. Como dije, y me reafirmo, el prof. garcia Amado nos confiesa que sí, que ha estado en esa comisiones para "evaluar"...¿Pero cómo podemos tolerar que nos evalúen, por supuesto negativamente, alguien que no nos conoce ni ha visto de cerca nuestro esfuerzo VOCACIONAL? Se equivoca el docto profesor con lo de la Universidad maquiavélico. Sería maarvilloso tener a aquí a Maquiavelo, buenos ciudadanos, hombres piadosos que decían a la abyecta jerarquía católica lo que hacían amparádose en el evangelio?. Maquiavelo decía la verdad respecto al espacio político. Tú sabes cuanta gente hay en tu centro, sí en tu centro, que llevan años sin decir lo quie piensan..Se conviertes en estraños animales mutantes que sonrién como hienas en las tesis.Hay que ponderar la destrucción del hombre...a lo largo de años...Tú a la calle y tú al paro y tú a la autodestrucción. He dicho NAZIS y he sido mesurado. Porque los he visto actuar sin ALMA. Esos eran los nazis: los que se habían extirpado el alma.Yo no me amparo en el anomimato.Las universidad sigue funcionando con "contratos no escritos de aceptación del señorio": así viene después el "cursus Homorum"- Debes conceder a mi anonimato, al menos, la venia del cansancio y la enfermedad. Así pues, no sea binario, señor jurista . Que dios le bendiga, y le dé fuerzas en ese desierto. Por mi parte, ya de cerrar una puerta que no debía abrir. vale.
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