En el momento en que se reducen las clases por debajo de sus límites mínimos en relación con la materia a explicar, lo que se logra es una auténtica reconversión universitaria; una reconversión que anuncia, en realidad, el fin de la Universidad tal y como se ha concebido en los últimos siglos. Es decir: si sólo dispongo de una hora y media para explicar un tema inmenso, el que sea, resulta obvio que tengo que limitarme a comunicar de una forma meramente descriptiva el contenido mínimo de las instituciones (y así y todo no me dará el tiempo para hablar de todas ellas), y debo olvidarme de cualquier sustancia crítica en la explicación.
Ahí está la primera y más trascendental consecuencia de Bologna: olvido del análisis y evaluación crítica del objeto de estudio, lo que se sustituye por una mera trasmisión chapucera de conocimientos sin sentido (en tanto que difícilmente puede darse lugar en tiempos tan limitados a un planteamiento de las “razones” de esos contenidos). Por lo tanto se acabaron la crítica y los críticos.
La segunda, y consecuencia de la anterior, es que los nuevos licenciados (no me da la gana contribuir a los fraudes nominalistas) saldrán castrados de las aulas universitarias, obedientes y fieles creyentes de lo que se les ha explicado, serán más seminaristas que universitarios.
La tercera es que se deja fuera todo lo que sea “contacto con la realidad inmediata”, con lo que esté transcurriendo en ese momento, con lo imprevisto, pues no hay forma de exponer, en esa absurda política del cronograma, nada que se salga del “ovejil” cauce preestablecido; como consecuencia de ello será imposible invitar a otros colegas a impartir una clase, a profesionales de la rama de que se trate a comunicar a los alumnos cualquier perspectiva interesante. No hay tiempo, hoy toca la lección 7.
La cuarta y más dolorosa es que con ese sistema no “produciremos” universitarios que posean utilidad para sí mismos, con capacidad (no “capacidades” ni “competencias” ¡basura de pedagogos!) para incorporarse al mercado con ideas propias sobre lo que va a ser su trabajo, sino únicamente elementos guisados para la voracidad neoliberal. Los “jefes de recursos humanos”, es decir “de personal”, por lo tanto “los capataces”, estarán satisfechos; además con un contingente de trabajadores con esas características podrán ahorrarse personal directivo, bastará con un cómitre.
La quinta es que habrá que “emborricar” al Profesorado Universitario para que puedan impartir “con solvencia” las nuevas clases; es decir, tenemos que inventar profesorado capaz de explicar sólo cosas muy elementales y en un brevísimo espacio de tiempo. Los actuales que se empeñan por “darles vueltas a las cosas”, nosotros, ya no valemos. Hay que operar el cerebro del Profesorado Universitario y quitarle una importante cantidad de masa gris, de otra forma no dará el nivel que desean los diseñadores del sistema (pedagogos y psicólogos evolutivos).
La sexta es obvia: separación absoluta entre investigación y docencia, pues han roto cualquier posibilidad de comunicación. Por ello los conocimientos que se transmitirán a los alumnos serán los ya enlatados desde hace quinquenios.
La séptima lleva consigo la equiparación entre universidades públicas y privadas. En efecto, las universidades privadas españolas nunca han estado, ni lejanamente, al nivel de las públicas: sólo hay que comparar la formación de los integrantes de sus plantillas para comprender el por qué. Ahora cambiará radicalmente la cuestión pues está claro, como se ha señalado anteriormente, que el profesorado de la pública ya no vale, su nivel tiene que ser menor; es decir: tiene que ser el de la privada. Por lo tanto sus enseñanzas también serán las mismas. Los curas, pederastas y no, pueden ya respirar tranquilos: sus universidades serán iguales (mejores) que las públicas.
Octava, la discriminación por razones económicas invadirá la Universidad a través de los máster, y ello por dos razones: primero porque no a todos los alumnos les será posible económicamente abonar el precio de esos postgrados, y segundo porque habrá dos tipos de máster: los de la canalla (los públicos), de bajo nivel y precio “ajustado”, y los privados (aunque impartidos también por universidades públicas) de mayor nivel y precio inalcanzable para la inmensa mayoría de los estudiantes.
En fin, la muerte de la Universidad y la integración de las estructuras de la enseñanza pública en los departamentos de formación de las empresas: el definitivo triunfo del neoliberalismo.
*Francisco Javier Álvarez García es catedrático de Derecho Penal de la Universidad Carlos III de Madrid.
Comentario muy lúcido. No puedo estar más de acuerdo en todo lo que se dice. Corroborado plenamente, por cierto, por el artículo de Angel Cabrera -uno de los escritos más tramposos que he leído en los últimos tiempos- que hoy publica El Pais.
ResponderEliminarJuan C. Carbonell
Y digo yo ¿por qué no hay un sindicato de profesores de universidad que ponga freno a todo esto?.
ResponderEliminarJavier: se puede escribir con letra más grande, pero no más claro...
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Si no fuese por JC Carbonell no habría leído el artículo ese de Ángel Cabrera.
http://tinyurl.com/A-Cabrera
Que sepan sus Excelencias que por ahí van a ir la mitad de los tiros. La propuesta de Ana Patricia Botín y tal.
Qué tristísimo.
Bienvenido al foro, querido Javier. Te estábamos esperando. Contundente tu entrada. Esperamos que repitas. Y a Juan Carlos, por supuesto, le animamos a que mande más que un comentario. Abrazos a todos. Miguel.
ResponderEliminar¿Y usted es catedrático de la UNiversidad PSOE?. ¡No me lo puedo creer!. Supongo que se estará ya buscando otro trabajo porque le quedarán a lo sumo 3 telediarios en su cargo. De todas formas le aplaudo su certero análisis y sus bemoles para publicarlo.
ResponderEliminarSoy alumna de primero de Grado en Derecho y en mi Facultad el plan Bologna,se vive como una auténtica tragedia, como la lama de un volcán que arrasa toda la sabiduría que vos nos pudiesen trasmitir.Todos somos víctimas de un cambio, dense cuenta que para el alumnado era mucho mejor eso de vivir 3 meses y estudiar durante 1, pero ahora hay que demostrar que se sabe. Si vos no traumatizasen tanto por lo poco que nos pueden transmitir y se preocupasen más por cómo deben trasmitirnos esa escasez, todos saldríamos ganando.Si vos da una clase teórica sobre un tema y piden al alumnado que reflexione sobre el mismo(estudie, resuelva cuestiones, busque información que el alumno pueda alcanzar sobre lo que vos no ha explicado...), y luego en las clases prácticas, se centra en examinar cuáles son los problemas del alumno, si lo entiende, si tiene conocimiento acerca de lo explicado o no,el saber se enriquece, y aunque sea escaso, será consolidado.
ResponderEliminarNunca el saber popular tuvo tanta razón, no se venden duros por pesetas. ¿Cómo es posible igualar el temario de 5 o 6 años en un grado de 4?.¿Cual será el próximo cambio?
ResponderEliminar* Grado = 2 años de curso introductorio sobre nociones básicas.
* Master B = 2 años de tasas con o sin subveción.
* Master A = 2 años de tasas más elevadas sin subvención.
Menos mal que la mayoría de profesores de la universidad se dedican a su trabajo, a enseñarnos y a ayudarnos en estos momentos de cambio y despiste con el plan Bolonia. Los más dedican su tiempo a preparar sus claswes y sus prácticas para que los alumnos podamos aprovechar y entender mejor lo que tenemos que aprender con los nuevos planes de estudios. POr lo que veo hay una minoría que dedica más tiempo a lamentarse y a escribir sobre todo lo negativo del proceso de Bolonia, por el que tenemos que pasar forzosamente, que a sus clases. Compadezco a sus alumnos, que seguramente acabarán siendo "hombres esclavos". En eso tienen mucha razón.
ResponderEliminarAún recuerdo las clases de este Profesor, que logró entusiasmarnos con el Derecho Penal y con la Universidad como muy pocos han sabido hacer. En definitiva, de todo menos "hombres esclavos"
ResponderEliminar"Aún recuerdo las clases de este Profesor, que logró entusiasmarnos con el Derecho Penal y con la Universidad"
ResponderEliminarPues nadie lo diría, lo disimula muy bien.
La "alumna d Derecho" considera que será capaz de entusiasmar a sus alumnos con este nuevo Plan (no quiere decir, que con el PLan antiguo no lo haya logrado) cuando no tenga remordimientos por no haber explicado las 100 hojas del tema 3 del año pasado,y disfrute explicando las 30 de éste año.Es díficil, pero es así.Si en una guerra mueren 100 y viven 30, hay que recostruír un nuevo mundo con esos 30 que quedan.
ResponderEliminarInteresante.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHay muy buenos profesores en las privadas que saben transmitir mucho mejor que los dinosaurios de las públicas. Todos se merecen un respeto, hasta que se falta al mismo.
ResponderEliminarAún recuerdo las clases de este Profesor.
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