Voy a contar la historia de que cómo se hace un plan de estudios para adaptarse a Bolonia, ser más competitivos, más europeos, más modernos, más excelentes y más innovadores. El Plan de Estudios es el del Grado de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela. Quien esto escribe es profesora de esa Facultad desde hace más de veinte años y ha participado directamente en la elaboración del Plan que nos va a situar en la vanguardia jurídica mundial.
El borrador inicial del mencionado Plan fue elaborado durante un plazo de largos meses (creo recordar que cerca de una año, con reuniones a veces incluso semanales o bisemanales) por una Comisión ad hoc presidida por el Decano de la Facultad. En la mencionada Comisión participaban un profesor por área de conocimiento y una representación de los alumnos que a su vez estaban representados en la Junta de Facultad. En conjunto una veintena de personas, de las que seis o siete eran estudiantes. Desde el comienzo de las reuniones aquello prometía. Era cantinela bastante repetida decía que lo mejor para el bien común era que cada Área de Conocimiento opinara de su propio lugar en el sol (del Plan de Estudios) pero a ser posible se abstuviera de opinar sobre las demás, no fuera a ser que se ofendieran. Como a algunos esto nos parecía un disparate que no podía conducir a nada coherente (ya me dirán qué plan es ese, donde nadie puede opinar del conjunto), el lío estuvo servido desde el primer momento. Se adornó con otras perlas de no menor dimensión, como la necesidad de contentar también a los alumnos y hacer lo políticamente correcto cuando tocaba, lo que dio lugar a algunas cosas curiosas que, en aras a destacar lo más llamativo, voy a omitir, si se me permite (la estructura de nuestro desestructurado Estado tuvo también algo que ver en esto). En fin, voy a lo esencial.
Tras casi un año de debate en el que incluso escuchamos en directo la opinión de profesionales del Derecho como jueces, fiscales o abogados, que, por supuesto, nos pasamos olímpicamente por el forro cuando llegó la hora de votar, la Comisión aprobó un Borrador. De aquel bodrio, que, no necesito decirles, el Decano pactó con lo que cabe reconocer era la mayoría de la Comisión, voy a destacar algunos de los detalles más relevantes; trataré de hacerlo de la forma más sencilla que pueda para que cualquier lector avisado, aunque no sea jurista ni sepa nada de los estudios de Derecho, lo entienda sin dificultad.
El Decano necesitaba los votos de Derecho Romano. Derecho Romano subió de 6 créditos en el plan vigente, a 9 créditos en el futuro plan. No necesito explicar que el Derecho Romano, de cuyo valor científico nadie puede tener dudas, hace mucho, muchísimo tiempo que ha dejado de estar vigente y que sus soluciones y sus técnicas, aunque estén en el origen de algunas de las presentes en los ordenamientos jurídicos de nuestros días, más pueden complicar al alumno que ayudar a entender estas últimas, mucho más si, como es el caso, la materia en cuestión se coloca en el primer curso del Grado.
El Decano necesitaba los votos de Derecho Eclesiástico del Estado. Derecho Eclesiástico del Estado subió de 4.5 créditos en el plan actual, a 6 créditos en el futuro plan. Explicación: así cuadraban mejor las cuentas.
El Decano necesitaba los votos de Derecho Procesal y a los profes de Derecho Procesal no les gusta dar clase en primer curso porque los estudiantes son muy críos y no entienden nada. Luego, la Introducción al Derecho Procesal, una asignatura donde en teoría se deben explicar los rudimentos de nuestra organización judicial, vamos, lo que es por ejemplo un tribunal de justicia o una sentencia, se colocan en el curso tercero, o sea, un año antes de acabar la carrera. Pero los profes de Procesal también quieren sus asignaturas de Derecho Procesal Penal y Derecho Procesal Civil, y las quieren dar lo más tarde posible, porque ya se sabe, el procesal es lo último, lo que se da al final, cuando no hay otra solución y llega el proceso (aunque de memoria, trato de reproducir palabras literales de la representante de esta Area de Conocimiento. Esto es sencillamente un disparate, pero omito la digresión). Resultado: como sucede que, para cuadrar las cosas, el Derecho Internacional Privado se colocó en el primer cuatrimestre de cuarto y el Derecho Procesal Civil, por los reproducidos argumentos, se colocó en el segundo cuatrimestre de cuarto, los estudiantes de Santiago tendrán que enfrentarse antes al proceso internacional que al proceso ante los tribunales españoles; a lo mejor tienen suerte y así aprenden algo.
Pero les había contado que la Introducción al Derecho Procesal quedaba en el tercer curso. Ahora está en primero, luego había que colocar algo en el hueco que esta materia dejaba. Fácil, los votos de Derecho Civil el Decano no los tenía, bastaba con colocar Derechos Reales en primer curso de carrera. Los estudiantes de Santiago no tendrán que saber lo que es un tribunal o una sentencia hasta tercero, ahora bien, lo que es una hipoteca y cómo se ejecuta, eso, aunque sean ante un tribunal y siguiendo un procedimiento judicial, eso, digo, lo tienen que estudiar en primero. ¿Ustedes lo entienden? Yo desde luego no. Voté en contra, por supuesto, pero estaba en minoría.
Sigo un poco más. El Decano también necesitaba los votos de Derecho Financiero. Es una disciplina que ahora está de moda. Al fin y al cabo todos pagamos impuestos (o eso creo) y a todos nos interesa. Ocurre que esta disciplina es en realidad una sector muy especializado que en la mayor parte de los países europeos no se estudia en el Grado o se hace de una manera muy superficial, puesto que esa misma especialización y la necesidad de contar con conocimientos previos de otras materias (sustancialmente Derecho Administrativo y Derecho de Obligaciones) la hacen mucho más apta para estudios de Máster. Cuando hablabas con ellos, los profesores de Derecho Financiero, que han crecido mucho en los últimos años, no tenían empacho en reconocer que su materia está actualmente sobrerrepresentada en la Licenciatura y que si éste se define como estudios generales y básicos, su presencia debía decrecer considerablemente. Evidentemente, en público y en la Comisión no podían “tirar piedras contra su propio tejado” y, lejos de decrecer, pedían tres asignaturas que, por supuesto, les fueron concedidas. Una de ellas es algo tan general y básico como “Procedimiento Tributario”. Para que el novel en esto lo capte rápidamente: un procedimiento administrativo especial en un Grado de Derecho en el que, por supuesto, no hay una asignatura monográficamente dedicada a las procedimiento administrativo general.
Me quedan en el tintero más perlas de las aprobadas en Comisión. Pero tiempo es ya de pasar a la votación en pleno de Junta de Facultad de aquel Borrador. Evidentemente, los perdedores de la Comisión presentamos enmiendas para dar y tomar a lo que nos parecía un dislate total. Incluso algún ganador, que para eso lo era, presentó alguna también, para ver si así la goleada era un poco más escandalosa. De paso había que asegurar el voto de los alumnos, así que nada mejor que pactar ex ante el voto positivo a alguna de sus enmiendas. Voy a resumirles el procedimiento ideado por el Sr. Decano. Lo que el denominó “enmiendas que afectaban a la estructura del plan” no se votaban en Junta de Facultad, puesto que ya habían sido discutidas en la Comisión; las otras sí se votaban. Cuáles eran éstas y aquéllas lo decidió él en una reunión consigo mismo (supongo que con alguien más). De nada sirvieron las protestas de los disidentes. Ahora viene lo más divertido. Les voy a contar alguna cosa que se votó.
Como había mucho Derecho Eclesiástico del Estado y eso, muy, muy progre, no suena, algunos alumnos decidieron (creo que con alguna profesora de la materia) que había que asegurar la progresía y claro, pusieron la correspondiente enmienda. Había que asegurar que no se iba a tratar de una materia ideológica (¿?) y, por tanto, pidieron, se votó y ganaron que no se estudiara únicamente el Derecho de la Iglesia Católica, sobre todo en lo que respecta al Derecho matrimonial: debería estudiarse el derecho matrimonial de todas las religiones del mundo mundial, cuantas más mejor, para asegurar la pluralidad y la progresía. Es obvio el disparate científico y pedagógico que esto significa. Evidentemente, lo único que a día de hoy tiene sentido en un Estado aconfesional, en el que la religión debe quedar en el ámbito de lo privado, es no estudiar el Derecho Eclesiástico (el Canónico de siempre), o, desde luego, no estudiarlo de manera obligatoria, que es lo que han hecho algunos de los nuevos planes en otras universidades. Pero recuerden que nuestro Decano necesitaba los votos de Eclesiástico y necesitaba también los de los alumnos. Resultado: se votó a favor de la estupidez. En el nuevo Plan los estudiantes de Santiago serán ecuménicos. ¡¡Tendrán que estudiar el Derecho matrimonial del mundo!! ¿Quíen se lo va a enseñar?. No se lo puedo decir; eso no se votó.
Aún les cuento otro detalle. La materia de Derecho Internacional Privado, actualmente en el último curso de la carrera, es de las más complicadas y difíciles de superar para los alumnos. Una solución hubiera sido eliminarla. Probablemente hubieran ganado la correspondiente votación, pero lo cierto es que no llegaron a tanto. Los alumnos presentaron una enmienda en la que ellos decidían que el Derecho Internacional Privado, de 9 créditos salidos de la Comisión, no sería tal. Se partiría en dos asignaturas de 4,5 créditos cuyo contenido (no tenían nombre) esos mismos alumnos propusieron. Explicación: así la asignatura se aprobaba por partes y era mucho más fácil de pasar, lo que era importante para las becas. Por supuesto, los profesores del Area se opusieron tajantemente por razones científicas y porque no parecía que los alumnos fueran los más indicados para decidir por dónde se “partía” la asignatura. Además, algunos nos preguntamos cómo es que era tan importante para las becas dividir en dos los 9 créditos de Privado, que está al final de la carrera, y no lo era dividir los mismos 9 créditos de Derecho Penal, que está en segundo curso, donde los estudiantes han de estar igual o más interesados en disfrutar de esas becas. En fin, qué más da. Se votó y ganaron otra vez. El Derecho Internacional Privado se dividió en dos innominadas asignaturas cuyo contenido pusieron los alumnos.
Hubo más perlas, las hubo, pero puesto que he hablado de la Comisión y la Junta, tengo que pasar al tercer agente perpretrador del Plan, los órganos directivos de la Universidad: el Vicerrector de Profesorado, el Consejo de Gobierno, etc. La Propuesta aprobada en los términos que he contado subió a estos altares antes de ser pasada a ANECA (cabe decir que en este caso será la AGSUG, la agencia gallega, la encargada de aprobar, no les quepa duda, semejante plan; pero eso vuelve a ser otra historia). Los perdedores volvimos a patalear y presentamos recurso. Sorprendentemente, nos fue atendido. Un buen día recibimos una llamada del Vicerrector de Espacio Europeo de Educación Superior que nos contó que la Asesoría Jurídica había considerado “desviación de poder” en la actuación del Decano en la Junta y que, puesto que era importante que el Plan saliera cuanto antes para ANECA, quería intentar un consenso entre el Decano y nosotros, protestones, a fin de “llegar a tiempo”. Les ahorro detalles. Tal consenso no hubo y la prisa de las autoridades seguía siendo la misma. Resumiendo, aunque se atendió el recurso y se remitieron de nuevo las actuaciones a la Junta de Facultad, el propio Vicerrector (no sabe bien con quién ni cómo) “arregló” lo que le pareció (no sabemos exactamente qué arregló, parece que volvió a “juntar” el Derecho Internacional Privado, al ser este tema el que la Asesoría Jurídica apreció haber sido objeto de desviación de poder; pero nadie sabe a ciencia cierta si “arregló” esto u otra cosa, o nada en absoluto) y el Plan fue remitido en tiempo y forma a ANECA, de donde a su vez lo enviarán a la AGSUG, para que, a buen seguro, sea aprobado para su implantación en el próximo curso.
¿Cómo se les queda el cuerpo? ¿Alguien pensó ni por un momento en los estudiantes, en lo que necesitan para formarse, para encontrar un empleo, para ser “homologables” con sus colegas de otras universidades, no digo ya prestigiosas, digo decentes? ¿Ustedes qué creen?.
Yo estoy segura que lo que les he contado no tiene nada de extraordinario y que de este modo o de otro muy similar han sido elaborados muchos otros de los nuevos y relucientes planes que nos situarán a la cabeza… de la estupidez y la estulticia más absolutas.
En fin, gracias por leer hasta aquí.
El borrador inicial del mencionado Plan fue elaborado durante un plazo de largos meses (creo recordar que cerca de una año, con reuniones a veces incluso semanales o bisemanales) por una Comisión ad hoc presidida por el Decano de la Facultad. En la mencionada Comisión participaban un profesor por área de conocimiento y una representación de los alumnos que a su vez estaban representados en la Junta de Facultad. En conjunto una veintena de personas, de las que seis o siete eran estudiantes. Desde el comienzo de las reuniones aquello prometía. Era cantinela bastante repetida decía que lo mejor para el bien común era que cada Área de Conocimiento opinara de su propio lugar en el sol (del Plan de Estudios) pero a ser posible se abstuviera de opinar sobre las demás, no fuera a ser que se ofendieran. Como a algunos esto nos parecía un disparate que no podía conducir a nada coherente (ya me dirán qué plan es ese, donde nadie puede opinar del conjunto), el lío estuvo servido desde el primer momento. Se adornó con otras perlas de no menor dimensión, como la necesidad de contentar también a los alumnos y hacer lo políticamente correcto cuando tocaba, lo que dio lugar a algunas cosas curiosas que, en aras a destacar lo más llamativo, voy a omitir, si se me permite (la estructura de nuestro desestructurado Estado tuvo también algo que ver en esto). En fin, voy a lo esencial.
Tras casi un año de debate en el que incluso escuchamos en directo la opinión de profesionales del Derecho como jueces, fiscales o abogados, que, por supuesto, nos pasamos olímpicamente por el forro cuando llegó la hora de votar, la Comisión aprobó un Borrador. De aquel bodrio, que, no necesito decirles, el Decano pactó con lo que cabe reconocer era la mayoría de la Comisión, voy a destacar algunos de los detalles más relevantes; trataré de hacerlo de la forma más sencilla que pueda para que cualquier lector avisado, aunque no sea jurista ni sepa nada de los estudios de Derecho, lo entienda sin dificultad.
El Decano necesitaba los votos de Derecho Romano. Derecho Romano subió de 6 créditos en el plan vigente, a 9 créditos en el futuro plan. No necesito explicar que el Derecho Romano, de cuyo valor científico nadie puede tener dudas, hace mucho, muchísimo tiempo que ha dejado de estar vigente y que sus soluciones y sus técnicas, aunque estén en el origen de algunas de las presentes en los ordenamientos jurídicos de nuestros días, más pueden complicar al alumno que ayudar a entender estas últimas, mucho más si, como es el caso, la materia en cuestión se coloca en el primer curso del Grado.
El Decano necesitaba los votos de Derecho Eclesiástico del Estado. Derecho Eclesiástico del Estado subió de 4.5 créditos en el plan actual, a 6 créditos en el futuro plan. Explicación: así cuadraban mejor las cuentas.
El Decano necesitaba los votos de Derecho Procesal y a los profes de Derecho Procesal no les gusta dar clase en primer curso porque los estudiantes son muy críos y no entienden nada. Luego, la Introducción al Derecho Procesal, una asignatura donde en teoría se deben explicar los rudimentos de nuestra organización judicial, vamos, lo que es por ejemplo un tribunal de justicia o una sentencia, se colocan en el curso tercero, o sea, un año antes de acabar la carrera. Pero los profes de Procesal también quieren sus asignaturas de Derecho Procesal Penal y Derecho Procesal Civil, y las quieren dar lo más tarde posible, porque ya se sabe, el procesal es lo último, lo que se da al final, cuando no hay otra solución y llega el proceso (aunque de memoria, trato de reproducir palabras literales de la representante de esta Area de Conocimiento. Esto es sencillamente un disparate, pero omito la digresión). Resultado: como sucede que, para cuadrar las cosas, el Derecho Internacional Privado se colocó en el primer cuatrimestre de cuarto y el Derecho Procesal Civil, por los reproducidos argumentos, se colocó en el segundo cuatrimestre de cuarto, los estudiantes de Santiago tendrán que enfrentarse antes al proceso internacional que al proceso ante los tribunales españoles; a lo mejor tienen suerte y así aprenden algo.
Pero les había contado que la Introducción al Derecho Procesal quedaba en el tercer curso. Ahora está en primero, luego había que colocar algo en el hueco que esta materia dejaba. Fácil, los votos de Derecho Civil el Decano no los tenía, bastaba con colocar Derechos Reales en primer curso de carrera. Los estudiantes de Santiago no tendrán que saber lo que es un tribunal o una sentencia hasta tercero, ahora bien, lo que es una hipoteca y cómo se ejecuta, eso, aunque sean ante un tribunal y siguiendo un procedimiento judicial, eso, digo, lo tienen que estudiar en primero. ¿Ustedes lo entienden? Yo desde luego no. Voté en contra, por supuesto, pero estaba en minoría.
Sigo un poco más. El Decano también necesitaba los votos de Derecho Financiero. Es una disciplina que ahora está de moda. Al fin y al cabo todos pagamos impuestos (o eso creo) y a todos nos interesa. Ocurre que esta disciplina es en realidad una sector muy especializado que en la mayor parte de los países europeos no se estudia en el Grado o se hace de una manera muy superficial, puesto que esa misma especialización y la necesidad de contar con conocimientos previos de otras materias (sustancialmente Derecho Administrativo y Derecho de Obligaciones) la hacen mucho más apta para estudios de Máster. Cuando hablabas con ellos, los profesores de Derecho Financiero, que han crecido mucho en los últimos años, no tenían empacho en reconocer que su materia está actualmente sobrerrepresentada en la Licenciatura y que si éste se define como estudios generales y básicos, su presencia debía decrecer considerablemente. Evidentemente, en público y en la Comisión no podían “tirar piedras contra su propio tejado” y, lejos de decrecer, pedían tres asignaturas que, por supuesto, les fueron concedidas. Una de ellas es algo tan general y básico como “Procedimiento Tributario”. Para que el novel en esto lo capte rápidamente: un procedimiento administrativo especial en un Grado de Derecho en el que, por supuesto, no hay una asignatura monográficamente dedicada a las procedimiento administrativo general.
Me quedan en el tintero más perlas de las aprobadas en Comisión. Pero tiempo es ya de pasar a la votación en pleno de Junta de Facultad de aquel Borrador. Evidentemente, los perdedores de la Comisión presentamos enmiendas para dar y tomar a lo que nos parecía un dislate total. Incluso algún ganador, que para eso lo era, presentó alguna también, para ver si así la goleada era un poco más escandalosa. De paso había que asegurar el voto de los alumnos, así que nada mejor que pactar ex ante el voto positivo a alguna de sus enmiendas. Voy a resumirles el procedimiento ideado por el Sr. Decano. Lo que el denominó “enmiendas que afectaban a la estructura del plan” no se votaban en Junta de Facultad, puesto que ya habían sido discutidas en la Comisión; las otras sí se votaban. Cuáles eran éstas y aquéllas lo decidió él en una reunión consigo mismo (supongo que con alguien más). De nada sirvieron las protestas de los disidentes. Ahora viene lo más divertido. Les voy a contar alguna cosa que se votó.
Como había mucho Derecho Eclesiástico del Estado y eso, muy, muy progre, no suena, algunos alumnos decidieron (creo que con alguna profesora de la materia) que había que asegurar la progresía y claro, pusieron la correspondiente enmienda. Había que asegurar que no se iba a tratar de una materia ideológica (¿?) y, por tanto, pidieron, se votó y ganaron que no se estudiara únicamente el Derecho de la Iglesia Católica, sobre todo en lo que respecta al Derecho matrimonial: debería estudiarse el derecho matrimonial de todas las religiones del mundo mundial, cuantas más mejor, para asegurar la pluralidad y la progresía. Es obvio el disparate científico y pedagógico que esto significa. Evidentemente, lo único que a día de hoy tiene sentido en un Estado aconfesional, en el que la religión debe quedar en el ámbito de lo privado, es no estudiar el Derecho Eclesiástico (el Canónico de siempre), o, desde luego, no estudiarlo de manera obligatoria, que es lo que han hecho algunos de los nuevos planes en otras universidades. Pero recuerden que nuestro Decano necesitaba los votos de Eclesiástico y necesitaba también los de los alumnos. Resultado: se votó a favor de la estupidez. En el nuevo Plan los estudiantes de Santiago serán ecuménicos. ¡¡Tendrán que estudiar el Derecho matrimonial del mundo!! ¿Quíen se lo va a enseñar?. No se lo puedo decir; eso no se votó.
Aún les cuento otro detalle. La materia de Derecho Internacional Privado, actualmente en el último curso de la carrera, es de las más complicadas y difíciles de superar para los alumnos. Una solución hubiera sido eliminarla. Probablemente hubieran ganado la correspondiente votación, pero lo cierto es que no llegaron a tanto. Los alumnos presentaron una enmienda en la que ellos decidían que el Derecho Internacional Privado, de 9 créditos salidos de la Comisión, no sería tal. Se partiría en dos asignaturas de 4,5 créditos cuyo contenido (no tenían nombre) esos mismos alumnos propusieron. Explicación: así la asignatura se aprobaba por partes y era mucho más fácil de pasar, lo que era importante para las becas. Por supuesto, los profesores del Area se opusieron tajantemente por razones científicas y porque no parecía que los alumnos fueran los más indicados para decidir por dónde se “partía” la asignatura. Además, algunos nos preguntamos cómo es que era tan importante para las becas dividir en dos los 9 créditos de Privado, que está al final de la carrera, y no lo era dividir los mismos 9 créditos de Derecho Penal, que está en segundo curso, donde los estudiantes han de estar igual o más interesados en disfrutar de esas becas. En fin, qué más da. Se votó y ganaron otra vez. El Derecho Internacional Privado se dividió en dos innominadas asignaturas cuyo contenido pusieron los alumnos.
Hubo más perlas, las hubo, pero puesto que he hablado de la Comisión y la Junta, tengo que pasar al tercer agente perpretrador del Plan, los órganos directivos de la Universidad: el Vicerrector de Profesorado, el Consejo de Gobierno, etc. La Propuesta aprobada en los términos que he contado subió a estos altares antes de ser pasada a ANECA (cabe decir que en este caso será la AGSUG, la agencia gallega, la encargada de aprobar, no les quepa duda, semejante plan; pero eso vuelve a ser otra historia). Los perdedores volvimos a patalear y presentamos recurso. Sorprendentemente, nos fue atendido. Un buen día recibimos una llamada del Vicerrector de Espacio Europeo de Educación Superior que nos contó que la Asesoría Jurídica había considerado “desviación de poder” en la actuación del Decano en la Junta y que, puesto que era importante que el Plan saliera cuanto antes para ANECA, quería intentar un consenso entre el Decano y nosotros, protestones, a fin de “llegar a tiempo”. Les ahorro detalles. Tal consenso no hubo y la prisa de las autoridades seguía siendo la misma. Resumiendo, aunque se atendió el recurso y se remitieron de nuevo las actuaciones a la Junta de Facultad, el propio Vicerrector (no sabe bien con quién ni cómo) “arregló” lo que le pareció (no sabemos exactamente qué arregló, parece que volvió a “juntar” el Derecho Internacional Privado, al ser este tema el que la Asesoría Jurídica apreció haber sido objeto de desviación de poder; pero nadie sabe a ciencia cierta si “arregló” esto u otra cosa, o nada en absoluto) y el Plan fue remitido en tiempo y forma a ANECA, de donde a su vez lo enviarán a la AGSUG, para que, a buen seguro, sea aprobado para su implantación en el próximo curso.
¿Cómo se les queda el cuerpo? ¿Alguien pensó ni por un momento en los estudiantes, en lo que necesitan para formarse, para encontrar un empleo, para ser “homologables” con sus colegas de otras universidades, no digo ya prestigiosas, digo decentes? ¿Ustedes qué creen?.
Yo estoy segura que lo que les he contado no tiene nada de extraordinario y que de este modo o de otro muy similar han sido elaborados muchos otros de los nuevos y relucientes planes que nos situarán a la cabeza… de la estupidez y la estulticia más absolutas.
En fin, gracias por leer hasta aquí.
*María Paz García Rubio es catedrática de Derecho Civil de la Universidad de Santiago de Compostela.
Me extraña que no se incluyera una asignatura sobre la Alianza de Civilizaciones. Ahora que pienso, podría haber sido la solución al problema del Derecho Eclesiástico del Estado.
ResponderEliminarA estas alturas ponerse a estudiar la sharia, y más en Santiago, tiene tela.
Pues le explico otra forma de hacer un plan de estudios: montar una titulación "novedosa" entre cuatro profesores (bueno, en realidad dos profesores y dos profesoras), a gusto de los mismos, es decir, una titulación que responde exclusivamente a los intereses personales y enfoques académicos de esas cuatro personas, ni una más y ni una menos.
ResponderEliminarEl resultado es algo tan estrambótico como que en una facultad de Economía se impartirá un título que, según esos cuatro iluminados, será más una ingeniería que otra cosa. ¡Sí! lo ha leído bien, parece imposible pero así es.
La ANECA lo devolvió avisando que no se podía aprobar semejante dislate, pero el gobierno autonómico -faltaría más- presionó para que la ANECA aprobase todas las titulaciones que había rechazado, ésta entre ellas.
Todavía nadie ha explicado con qué profesores se explicarán buena parte de las materias contenidas en el plan de estudios, pues una facultad de Economía no acostumbra a estar dotada de ingenieros, pero...¿a quién le importa tan insignificante detalle?
A veces, creo que la universidad española es la institución pública más corrompida (en todos los sentidos, el ético incluido) de España. Desearía equivocarme.
Desafortunadamente esta forma de operar es la más habitual. Supongo que derecho Civil,al igual que la Electrónica de Computación es muy relevante para un grado en Comercialziación, que espero no sirva para colegiarse como Economista. Pero aquí ADE-Lugo-USC también funcionamos por votos.
ResponderEliminarParece que entre abogados eclesiáticos, y "economistas-físico-abogados" que distribuyan nuestros productos, Galicia va converger hacia Europa...
HOla, anónimo del comentario núm. 3.
ResponderEliminarSi quieres te cuento lo de Derecho civil en el Grado de Comercilación de Lugo. Como no quieren ni oir hablar de ir a dar clase a Santiago, a los dos funcionarios de que están en LUgo hay que buscarles docencia, la que sea. Este año ni siquiera están dando Derecho civil, todo con tal de no venir a dar clase a Santiago.
Otra cosa es qué es eso de un grado de Comercialización y qué tipo de perfil tiene el estudiante, si jurista, si economista, si nada en absoluto, si hace falta, si es solo para dar trabajo a los que están ya situados ahí.Pero eso es otra historia.
Maria Paz Garcia
¿Quién tiene la culpa de todo este cúmulo de dislates? ¿El "Plan Bolonia" o un profesorado vanidoso y egoísta hasta decir basta, que la única preocupación que tenía a la hora de elaborar los nuevos planes de estudio era continuar manteniendo sus "privilegios" (mismos créditos o carga docente que hasta ahora) y que cree a pies juntillas que su asignatura es la más importante de toda la carrera -¡qué digo toda la carrera! ¡de todo el mundo mundial jurídico!?
ResponderEliminarPersonalmente, me inclino por la última alternativa. Con estos mimbres, y otros, se han hecho los planes de estudios. ¡Y así nos ha lucido el pelo! ¿Qué otros mimbres? Pues estos:
-¿Cómo voy a poder explicar mi importantísima asignatura con menos créditos que ahora?. Obviamente este profesor ahora apenas explica la mitad del temario, remitiéndose a un manual de 1.000 (o 2.000) páginas, ininteligible incluso para un profesional. O más de medio curso lo dedica a hacer introducciones históricas, finalizando sus explicaciones cuando llega al Derecho positivo actual -¿para qué explicar estas minucias que están en cualquier manual al uso?-.
-¡Los futuros juristas no van a saber Derecho!, afirma el preocupado profesor (entiéndase correctamente la afirmación: "no van a saber MI asignatura", ¡faltaría más!) ¡Como si ahora, sus alumnos supieran más Derecho, o más de su asignatura! Ahora ya no lo entiende nadie y su nivel de aprobados es de auténtica pena. Nuestro preocupado profesor para justificarse dice "es que no me estudian", "es que creen que les voy a regalar el aprobado", "es que...". Obviamente él también suspende año tras año las encuestas que pasan al alumnado sobre la calidad docente de sus "maestros".
-Competencias, habilidades, evaluación contínua, cuestionarios, prácticas semanales, ... ¡zarandajas (rectius: ¡m*********s)! ¡Esto no sirve para nada! ¡Dónde se ha visto sustituir la centenaria clase magistral de toda la vida (avalada por siglos de experiencia), la que da un Catedrático investido de su potestas (la auctoritas es otra cosa y hay que ganársela a pulso), por métodos de ESO! No nos engañemos, en la mayoría de casos estas afirmaciones encierran una honda preocupación por algo más prosaico: ¡trabajar más horas que ahora! Si hasta ahora ha apañado la asignatura con un par de rollos a la semana, donde ningún alumno pregunta (porque nada entiende) y un examen en junio (o febrero) y otro en septiembre, ¡sería de imbéciles complicarse la vida! ¡Ah! y a los alumnos, ¡que les den!, que para eso son alumnos y yo el Profesor.
-¿Qué voy a hacer con mi Manual de 2.000 páginas si mi asignatura puede perder la mitad de los créditos? ¡La pela!, amigos. ¡Con la Iglesia hemos topado (perdón, con el Manual)! Un Manual que le ha costado escribirlo 15 años y en el que se han sedimentado los materiales de 15 años (obviamente, del Manual nunca se quita nada, que menudo trabajo ha costado escribir cada página: ¿nadie recuerda aquellos Manuales en los que el 98 por 100 de las páginas del capítulo contienen Derecho derogado y sólo en la última pagina, y muy de pasada, se recoge el Derecho vigente?
-... ...
Y así podría continuar con ejemplos que todos conocemos.
¿Nos extraña pues que los planes de estudio hayan salido como han salido? El centro de esos planes ha sido el profesor y sus intereses, no el alumno ¡venga ya! Interesaba más mantener un estatus cómodo y privilegiado que tener que empezar a cambiar los vicios adquiridos durante años. ¡Trabajar a mi edad, como un vulgar maestro!
Pero no nos engañemos, todo, todo, todo esto lo hemos hecho por el Derecho, por la Universidad y por el bien del alumno. Visto lo visto, quizás convendría empezar a pensar en el "mal" del alumno.
Hola,
ResponderEliminarEl problema de los planes de estudio es siempre el mismo: nos juntamos para repartirnos los "quesitos" (eso sí, se disfraza de todo lo imaginable) y ya está.
Quizás no tenga mucho sentido que los mismos profesores que hacen el plan, luego sean quienes los imparten, ¿no?.
Aunque la verdad que si la ANECA hiciera su trabajo, el disparate sería menor.
Gran parte de la reforma se asienta sobre terreno pantanoso: la ANECA. Por muchos sellos y normas ISO que cumpla, el "trabajo" de la ANECA con los planes de estudio deja mucho que desear.
¿No hubiese sido bastante mejor dejar el catálogo de títulos?
¿En que universidad NO se hacen asi los planes?
ResponderEliminarUn buen dia llega el decano con dos o tres y ponen encima de la mesa el plan nuevo y dicen "Hale, a aprobarlo si o si", por supuesto con todo ya pactado con quien interesa... Eso pasa en toda España, y es una desgracia.
Creo que la agencia gallega se llama ACSUG, no AGSUG. Supongo que la autora lo sabrá, pero ya que lo repite dos veces. Imagino que esto no supondrá una demostración del conocimiento del proceso de reforma por parte de la autora...
ResponderEliminarLa autora conoce el proceso tan de primera mano que, tal y como cuenta, participó ten todos sus pasos.
ResponderEliminarY efectivamente, la agencia gallega se llama ACSUG
He dado con este blog de casualidad y tras ver que el "post" estaba escrito por "Mari paz" catedrática de mi facultad(la universidad de santiago)lo he leido.Tengo que decir que estoy toltamente de acuerdo con la opinión de Mari Paz,que yo estudiante de la USC he sido testigo del mareo al que nos han sometido y a lo que a mi entender fue todo hecho de la peor manera posible.
ResponderEliminarDado que en este próximo curso todavía nos complicaban mas las cosas a los estudiantes de derecho de la USC que no pertenecíamos a Bolonia queriendo pasarnos al grado a empujones, ya no pertenezco a la Universidad de Santiago de Compostela y me he cambiado de facultad!Pero es que además me consta que este año el numero de bajas va ser notable!
lo que pasa, es que los catedraticos de derecho me parecen que son muy prepotentes. El plan de estudios a nivel Bolonia, es muy simple, es preparar a todos los estudiantes para la vida laboral, con practicas de lo que cada carrera necesita para ejercer. Pero los profesores no quiren trabajar, ni ensanar...asi esta Espana, jovenes que chapan libros,,,pero no entienden como ejecutarlo...Viva la ignorancia
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