La cuestión es cómo preparar la trampa; y aquí hay que seguir aplicando las mismas artes que desde hace miles de años han dado buenos resultados: hay que acechar al animal allí donde va él. Es decir, no se trata de ponerse en un altozano y mirar dónde está y, entonces, salir corriendo y agobiar al bicho hasta que caiga. No, porque en bastantes pocas ocasiones ello nos llevará al fracaso, e incluso nos pondrá en peligro. Lo ideal es ver dónde pace, dónde se estabula y, entonces, atacar.
Así pues lo que recomiendo es ponerse al acecho cerca de las oficinas administrativas, de las secretarías de los departamentos, de las oficinas de información, de los locales donde se administran las páginas web de las universidades, etc. Obviamente, como no es posible estar físicamente todo el día en esos diversos sitios al mismo tiempo, lo que debemos hacer es “mucho pasillo”, atraernos las simpatías de todo el personal que gobierna los aludidos locales (el método mediante el que lo consigamos importa un carajo), y así nos avisarán cuando la presa se presente; ciertamente que eso exige una inversión: hay que hacerse los simpáticos, los rumbosos (pagar algún café de vez en cuando, por más que para algunos tal cosa represente una tragedia), escribirle algún recursillo al administrativo de turno para intentar salvarle –cosa generalmente imposible- de una multa de tráfico, y mucho halago, mucho jabón, eso es fundamental.
¿Qué conseguiremos con consejos tan sabios como con los que os estoy obsequiando? Pues que cada vez que llegue algún despistado a cualquiera de los servicios de la Universidad y pregunte ¿quién me puede dirigir una tesis?, ahí estéis vosotros, bien en cuerpo y alma o bien representados por los funcionarios aludidos. De esta forma conseguiréis que en vuestro curriculum, en el que se presenta a la ANECA, cualquier ayudante recién doctorado aparezca con más tesis dirigidas que su viejo maestro, lo que le facilitará enormemente la acreditación; pues ya sabéis que los pedagogos que nos gobiernan han rebuznado que o se han dirigido tesis doctorales varias o no se merece uno la acreditación como Profesor Titular.
El problema está en que, lo que naturalmente es ijnorado (así, con j) por esos pedagogos, la observación y el instrumento de medición acaban alterando el objeto de la observación. ¿Qué ha ocurrido? Pues a la vista está en muchas universidades (pero que nadie se entere, o en todo caso yo no lo he dicho): hay ayudantes o así –y no sólo- que en los últimos dos o tres años han dirigido una buena cantidad de tesis doctorales, que a veces han llevado a leer a departamentos distintos del suyo (eso es una cosa “chupada” para, por ejemplo, los penalistas, pues siempre es posible añadir algún matiz a la tesis para que “cuele” en algún otro Departamento, justo en el que se tiene un amigo con poder) para evitar un hipotético control de los especialistas en la materia. Naturalmente se trata de tesis/basura llevadas a cabo en tiempo record, y que se suelen leer los viernes por la tarde/noche en algún servicio de caballeros de la Facultad de que se trate; y a la terminación del acto, el que hace de presidente…tira de la cadena, así, con fuerza, y no de la “cadena pequeña”, pues para tragarse eso el desagüe precisa una buena cantidad de líquido.
Así pues lo que recomiendo es ponerse al acecho cerca de las oficinas administrativas, de las secretarías de los departamentos, de las oficinas de información, de los locales donde se administran las páginas web de las universidades, etc. Obviamente, como no es posible estar físicamente todo el día en esos diversos sitios al mismo tiempo, lo que debemos hacer es “mucho pasillo”, atraernos las simpatías de todo el personal que gobierna los aludidos locales (el método mediante el que lo consigamos importa un carajo), y así nos avisarán cuando la presa se presente; ciertamente que eso exige una inversión: hay que hacerse los simpáticos, los rumbosos (pagar algún café de vez en cuando, por más que para algunos tal cosa represente una tragedia), escribirle algún recursillo al administrativo de turno para intentar salvarle –cosa generalmente imposible- de una multa de tráfico, y mucho halago, mucho jabón, eso es fundamental.
¿Qué conseguiremos con consejos tan sabios como con los que os estoy obsequiando? Pues que cada vez que llegue algún despistado a cualquiera de los servicios de la Universidad y pregunte ¿quién me puede dirigir una tesis?, ahí estéis vosotros, bien en cuerpo y alma o bien representados por los funcionarios aludidos. De esta forma conseguiréis que en vuestro curriculum, en el que se presenta a la ANECA, cualquier ayudante recién doctorado aparezca con más tesis dirigidas que su viejo maestro, lo que le facilitará enormemente la acreditación; pues ya sabéis que los pedagogos que nos gobiernan han rebuznado que o se han dirigido tesis doctorales varias o no se merece uno la acreditación como Profesor Titular.
El problema está en que, lo que naturalmente es ijnorado (así, con j) por esos pedagogos, la observación y el instrumento de medición acaban alterando el objeto de la observación. ¿Qué ha ocurrido? Pues a la vista está en muchas universidades (pero que nadie se entere, o en todo caso yo no lo he dicho): hay ayudantes o así –y no sólo- que en los últimos dos o tres años han dirigido una buena cantidad de tesis doctorales, que a veces han llevado a leer a departamentos distintos del suyo (eso es una cosa “chupada” para, por ejemplo, los penalistas, pues siempre es posible añadir algún matiz a la tesis para que “cuele” en algún otro Departamento, justo en el que se tiene un amigo con poder) para evitar un hipotético control de los especialistas en la materia. Naturalmente se trata de tesis/basura llevadas a cabo en tiempo record, y que se suelen leer los viernes por la tarde/noche en algún servicio de caballeros de la Facultad de que se trate; y a la terminación del acto, el que hace de presidente…tira de la cadena, así, con fuerza, y no de la “cadena pequeña”, pues para tragarse eso el desagüe precisa una buena cantidad de líquido.
*Fco. Javier Álvarez García es catedrático de Derecho penal de la Universidad Carlos III de Madrid.
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